Hace unos días un futbolista muy conocido reprochó a la periodista Sara Carbonero que aireara el descontento entre los jugadores que se notaba en la privacidad de las casillas y duchas, además alguien agregó que la periodista se aprovechaba de su posición de novia de Iker Casillas, el portero del Real Madrid para soltar la información, considero que Sara Carbonero hacía su trabajo de periodista deportiva y nada más, en caso de que hubiera sido un hombre nadie le habría reprochado absolutamente nada, e hizo muy bien en reportar lo que vio, de lo que fue testigo, ése es su trabajo. Dudaría mucho de que su novio abandonase su trabajo en caso de que estuviera en su lugar.
Pero mi intención aquí no es sacar la cara por nadie. Mi propósito es cuestionar si los deportistas siguen siendo un ejemplo para los jóvenes y para el mundo tras los sonados escándalos del “campeón” del ciclismo Lance Armstrong que se dopó hasta la médula y todavía sigue mintiendo y cobrando por ello, y más recientemente el supuesto asesinato cometido por el corredor sudafricano Oscar Pictorius, que mató a su novia el 14 de febrero, la modelo Reeva Steenkamp de varios balazos, para después llorar como una niña y declararse inocente, la justicia dirá. Sin contar el nefasto ejemplo que ha dejado en el deporte el cocainómano y al alcohólico pro castrista Diego Armando Maradona, lo que solamente ha contribuido a cebar su fama.
No es que los ejemplos abunden y se impongan frente a los logros del deporte, al menos los que son conocidos hasta ahora, seguramente habrá muchos escondidos por ahí, tal como pronostica el mismo Armstrong quien en la actualidad va de justiciero y defensor del deporte alardeando que se debiera limpiar de una vez y por todas la disciplina del ciclismo cuando él fue uno de los que mayormente la ha ensuciado. Sin embargo, nuevamente la televisión lo encumbra, y si antes fue un deportista inmaculado en cuya manipulación y mentira participaron muchos y con ella se reventaron los bolsillos, ahora nos lo quieren vender como héroe trágico y salvador del deporte. Como un auténtico ejemplo, ¿de qué? Lo siento, para mí no lo es. Para mí no es más que un destrozador de sueños, de los sueños de los jóvenes. Y si de momento lo quieren reimpulsar como otro nuevo ejemplo, ya me dirán ustedes la lectura que hará las nuevas generaciones sobre la ética deportiva: Dópate, miente, gánale a los verdaderos, a los que se esfuerzan, hazte rico, y luego confiesa tus “tormentos” en la Caja Idiota, ganarás todavía más dinero y devendrás todavía algo más grande que un “héroe” del deporte, te convertirás en una estrella.
En menor escala recuerdo ahora el moco que le pegó precisamente el portero Iker Casillas en la cara a un niño mientras salían al terreno de futbol. Algo bastante asqueroso, por cierto, no sólo por el moco, sobre todo por el gesto y su significación.
Y en el caso de los deportistas cubanos: la mayoría vendidos a un régimen que oprime a todo un pueblo y que se aprovecha de ellos al máximo. Tienen que soportar además que el hijo del tirano sea el que los represente en el extranjero junto a los reconocidos managers mundiales, que dicho sea de paso, tendrían que protestar por ello. ¿Es el lanzador José Ariel Contreras un ejemplo para el deporte después de haber hecho las declaraciones que hizo de su reciente estancia en Cuba siendo considerado un exiliado? Algunos me dirán que él no ha traicionado al deporte con el deporte mismo. Bueno, habría que preguntarse si se admitiría en un terreno de beisbol a un jugador que hablara maravillas y de los cambios de Adolf Hitler o de Augusto Pinochet, abiertamente como lo hizo este personaje. ¿Lo fue el boxeador Teófilo Stevenson? De sobra son conocidos sus actos de violencia extrema fuera del ring de boxeo. ¿Y qué me dicen de O. J. Simpson?
Lo cierto es que los deportistas ganan una millonada, se les trata como a dioses, se les adula, la prensa ve a la virgen a través de ellos, y cuidado con criticarlos, porque hay códigos de censura, que como mínimo responden a los que se practican en las sectas o en las mafias para ocultar la verdad, en aras de que un burujón de gente, detrás de ellos, y ellos mismos, continúen enriqueciéndose a costa de la mentira y de los tontos que pagan para que les mientan.
Y para finalizar, ¿cuál es el mensaje que queremos pasar a los jóvenes a través del deporte, será siempre aquel de “mente sana en cuerpo sano”? Dudo que con el comportamiento de algunos ese mensaje posea todavía vigencia y claridad. No hay ni mentes, ni sanidad, ni cuerpos sanos en semejante engañifa. Sobra la desvergüenza, el abuso, y el sensacionalismo espectacular que se deriva de las acciones de todos ellos. Al final, lo que podemos interpretar, y lo que interpretan esos jóvenes, es que lo único en lo que se interesan no es en ganar por encima de todo haciendo valer sus esfuerzos físicos y naturales, no, al final prevalecerá que lo que ansían más que nada en el mundo, con un egoísmo bastante malsano, por cierto, es convertirse en millonarios y en ostentar el poder. Lo que ambicionan todos, claro. Pero ¿hace eso de los deportistas seres tan excepcionales como nos lo venden a diario?
Zoé Valdés.
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